lunes, 18 de enero de 2010

La gramática y el léxico.

A menudo no son pocos quienes se afanan en difamar, reprender o criticar en función de sus postulados las formas, el léxico y la gramática de muchos pensadores.
La mayoría de las veces propugnan un vocabulario más accesible, más asequible para un mayor espectro social, cuando no abiertamente despotrican por lo enrevesado del vocabulario elegido, del hilo argumental o de la profundidad de los temas.
Pero estas diatribas no son algo de exclusividad contemporánea, desde tiempo atrás es una agria discusión en el seno de los diferentes movimientos la idoneidad de este tipo de textos para consumo interno o para divulgación general.
Detractores y partidarios se enfrascaban en disputas que definían con exactitud el exabrupto de la cuestión, la superficialidad en el trato de las cuestiones es algo mas que meras disputas dialécticas.
Clásicos de la literatura socialista como Gramsci quien ya dedico parte de su tiempo a esta cuestión. Partidario inquebrantable del más que necesario, obligatorio uso de las formas y léxicos propios. Explicaba como no se podía priorizar a las nuevas incorporaciones en detrimento de quienes poseían una base suficiente, como no se podía hipotecar a un sector más avanzado para favorecer a quienes se iniciaban. Para ello como el sistema de vasos comunicantes, la solidaridad y la ayuda mutua serian factores decisivos a la hora de lograr un criterio unificador.
Decía que era similar a aquella clase de filosofía donde comenzaban con Lao-tse el niño que nació viejo y cada vez que entraban nuevos alumnos volvían a empezar con Lao-tse el niño que nació viejo con 81 años. Así se hicieron mayores y nunca se dio nada más que la enseñanza de aquel niño que nació viejo.
Otros autores mas actuales y mas en boga, también y a pesar de la actual corriente abogan por seguir utilizando términos precisos e hilos argumentales “enrevesados”, a la par que obligatoriamente necesarios para los diferentes análisis y estudios.
Si bien no es menos cierta la dificultad que añaden este tipo de textos y el tiempo extra necesario para su asimilación, su condensación nos permite en esas escasas líneas una concreción absoluta y una certeza que intenta asimilarse a la de un francotirador.
Podemos ser más corrientes, más comunes, más vulgares, pero no más concretos. El banalizar esta cuestión nos esta restando infinidad de variables para concretar y profundizar en los diversos temas, nos priva de recursos y armas para desenmascarar situaciones a pesar de poder parecer pedantes.
Si queremos avanzar no podemos simplificando todo hasta dejarlo una caricatura de si mismo, porque nadie dijo ni que fuera fácil ni que no requiriera esfuerzo.

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